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Sinopsis

Llegado un momento de su vida, el autor inicia una investigación incesante para conocer el origen de su apellido. Viaja cerca y lejos de donde vive, para encontrar libros de época, documentos oficiales y archivos familiares. Se remonta años atrás y descubre por qué un continuo flujo de jóvenes franceses viajaba desde el Cantal hasta España. La figura de su abuelo Julián, descendiente de aquellos franceses emprendedores a sus cuarenta y siete años, desa parece bajo un manto de silencio.

El manto de silencio pretende ocultar desencuentros familiares que Encarnación, su abuela, con sus tres hijos, quisieron dejar dormir en el olvido. Desde el legado que dejaron Encarnación y Julián, una gran finca agrícola de ocio y recreo, que aún existe, Valdehormeña, sentado delante de un horizonte de cebada, intenta reconstruir al abuelo del que heredó su nombre y del que le ocultaron su pasado. Quiere entender a la abuela, una mujer fuerte, generosa y admirable a la que conoció mayor, desgarrada

Introducción

Prólogo

Nuestras historias personales son una sucesión de encuentros con personas que llegado un momento se van. Nuevas personas aparecen, compartimos con ellas caminos no previstos, cruzamos juntos cauces de agua transparente. Cauces que nos parecían caudalosos se tornan repentinamente cauces secos; las aguas han creado un afluente subterráneo por el que desaparecen. Somos peregrinos como el agua; nuestras historias son historias de peregrinos.

Un impulso intenso, desconocido, me obligó a mirar hacia atrás para descubrir el camino que hace cien años recorrieron Encarnación y Julián, mis abuelos. He andado por decenas de sendas, desmenuzado textos antiguos y legajos dormidos, olvidados, que guardaban secretos familiares, explicaciones inesperadas y curiosas coincidencias en las que nunca había reparado. Encontré ojos y manos, que, sin que nadie lo supiera, habían sido una leal y silenciosa compañía de mis abuelos durante años. He comprobado que se requiere tiempo y serenidad para descubrir las motivaciones sinceras que en cada momento cambiaron los destinos de Encarnación, de Julián y de sus compañeros de viaje.

Nuestra vida se encuentra muchas veces con obstáculos inesperados e insalvables que nos sumergen en la zozobra. Tras la zozobra, el flujo del río nos deposita en orillas desconocidas. Superados los obstáculos, nada volverá a ser igual a como fue anteriormente, ni la tierra, ni las casas, ni las fábricas, ni las personas. Los nuevos compañeros de viaje nos mirarán, les oiremos hablar, veremos que se relacionan de forma distinta a como lo hacían los viejos compañeros. La lluvia se alejará; la ropa nos volverá a dar calor.

Encajé las piezas del puzle; recompuse, como supe, la historia que te cuento en estas páginas. Al concluir, mi voz se apagó. Mis ojos querían dormir. Una congoja en lo profundo del corazón me sembró la duda de si mirar hacia el pasado se debe hacer con la cabeza y con el corazón a la vez. Entendí que lavar la cara a las dudas y a las sombras del pasado es la condición para volver a andar sin miedo. Las piezas que encontré solo encajaban de una forma, de una sola forma, y no como las recogieron otros relatos anteriores, fantasiosos, novelados.

Sobre el papel, dos vidas, las de Encarnación y Julián. He querido satisfacer, cruzando este «El vuelo del francés», la necesidad de bucear en su historia, porque su historia es parte de mi mismo. He aprovechado la ventana de las nuevas tecnologías para navegar por el pasado, su pasado, un pasado disperso por lugares difícilmente accesibles con procedimientos clásicos. He superpuesto datos nuevos sobre documentación antigua. Puedo confirmar que es un placer poder saltar, envuelto en la emoción, sobre el muro de silencio y confusión que esconde un periodo convulso de la historia de nuestro país, la Guerra civil, que les tocó vivir.

En los pueblos, las calles, las plazas, por los que pasó el abuelo Julián mucho de él allí permanece. Respiré en lugares en los que vivió y creció. Sus raíces francesas formaron parte de una gran oportunidad para abrir en España una puerta a la modernidad y a un mayor respeto de lo común, respeto olvidado entre nosotros en demasiadas ocasiones. Procuré acercarme a mi abuela Encarnación y a sus ansias de volar. Fueron sus vidas, la de Encarnación y la de Julián, las que te cuento al oído por si pudieran despertar tu interés.

Conoce al autor

Julian Conthe

Julián Conthe Gutiérrez, físico madrileño, casado, padre de cuatro hijos. Tras varios años de docente, inició un recorrido de más de treinta años trabajando como directivo de empresas del grupo Telefónica. Fue fundador y presidente de Asinyco, una asociación para promover debates sobre los efectos de la introducción de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad. Después de dedicar tiempo a adivinar qué escenarios futuros nos harían más felices, ha descubierto que también el pasado real, el que nos fue ocultado, prejuzga gran parte de ese futuro. En la actualidad está preparando su siguiente historia novelada que discurre entre Santander, La Habana y Sevilla. Por sus venas corre sangre cubana junto a la sangre francesa que aparece en El vuelo del francés. En sus novelas procura lavar la cara a las sombras del pasado, considera que conocer la historia es una condición necesaria para andar por esta vida sin miedo.

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